Nuestro lenguaje cotidiano para una convivencia en paz
Cuando hablamos...
¿Qué decimos? ¿Cómo lo decimos?
¿Cuál es la intención de nuestras palabras?
¿Cuál es la intención de nuestras palabras?
Nuestros pensamientos y lo que decimos pueden hacer la diferencia...
Las Palabras
Las palabras abren o cierran puertas; crean realidades, materializan ideas, "tienen cuerpo", despiertan emociones y sentimientos.Las palabras son sonoras y crean melodías armoniosas o un montón de sonidos desafinados. Cada letra es un sonido, una vibración; cada vibración moviliza nuestras células, emociones y nuestros sentimientos. Esas vibraciones descubren ante nuestra conciencia la calidad de las energías de los vocablos, dándonos la información necesaria para poder diseñar un léxico cotidiano que nos guíe hacia un modo de convivir en paz.
Si queremos ver cambios a nuestro alrededor, necesitamos comenzar con nuestra transformación personal, silenciosa y continua. Los cambios nacen en nuestra conciencia y cuando elegimos transitar ese camino de transformación, la auto-observación marca nuestro primer paso, seguido de acciones conscientes y coherentes.
El uso consciente de las palabras modela nuestra transformación personal pero necesitamos previamente, abrir el corazón, ampliar nuestro campo perceptivo y profundizar nuestra sensibilidad para poder
encontrar la llave que nos abra la puerta hacia una convivencia en armonía.
Transformar nuestro lenguaje diario es una tarea de tiempo completo, en la que la racionalidad estará acompañada de nuestra capacidad sensible para captar las informaciones sutiles que nos brindan las palabras que elegimos usar. La
percepción de la vibración de cada palabra nos guiará en la selección de
vocablos y expresiones que nos vinculen en sintonía con el espíritu de la paz. El
Intelecto separa, analiza, ordena y organiza todo ese material que hemos
seleccionado desde nuestra percepción y sensibilidad. La razón nos ayuda a la comprensión
intelectual y el corazón, a la comprensión esencial.
La intención
La
Intención forma parte de la vibración de las palabras; también las nutre,
potencia su poder, orienta su energía. Cada vez que elegimos pronunciar una
palabra, un sentimiento, una intención acompañan su energía y producen una
vibración en sintonía.
Lenguaje no-verbal
El
arte, la música, la danza, los gestos y expresiones de la cara tienen sus
códigos y también son parte nuestro léxico cotidiano.
En
nuestra comunicación diaria, este lenguaje no-hablado acompaña a las palabras y
van más allá de nuestra expresión intelectual y –a veces- también trascienden
la intención que hay detrás de cada palabra, seamos o no conscientes de ella.
Respirar y sentir las palabras
Respirar
y sentir las palabras antes de hablar nos ayuda a percibir su vibración, porque
las palabras resuenan en el cuerpo, vibran, despiertan emociones y generan
actitudes y acciones.
Nuestro
cuerpo es un canal de información en este sentido y detecta lo que a
la
cabeza, a veces, se le escapa; es un radar para orientar nuestra observación y
calibrar nuestro modo de hablar, de elegir los vocablos y las expresiones
no-verbales. Despertando nuestra conciencia testigo logramos la transformación.
La
transformación de nuestro léxico cotidiano hacia un léxico en sintonía con la
Cultura de Paz será el fruto de nuestra transformación interna y la expansión
de la conciencia, que se reflejarán en las palabras, los giros y las frases
lingüísticas, vibrando en sintonía con la Paz.