"Sólo se volverá clara tu visión cuando puedas mirar en tu propio corazón, porque quien mira hacia afuera sueña y quien mira hacia adentro, despierta" C. G. Jung
Vivir en plenitud es posible cuando elegimos transitar "caminos con corazón".


Semillas para la Vida - Embajada de Paz - Distinción otorgada por Mil MIlenios de Paz y Fundación Paz, Ecología y Arte

domingo, 14 de abril de 2024

Caminemos de forma sagrada

Caminar de forma sagrada es dar cada paso como si fuera el primero y vivir cada minuto como si fuera el único y sintiendo que cada paso es el primero de un sinfín de pasos. Es abrazar con nuestras manos los caminos y asombrar nuestros ojos con colores nuevos.

Andar de modo sagrado es encontrar en la vida la expresión del alma; es aprender a ser libres y permitir que la luz que brilla en la esencia de todas las cosas y de todos los seres -en cada instante de vida- nos indique cuándo, cómo y hacia dónde dar nuestro próximo paso.

Es andar el camino sin prisa, abriendo nuestro cuerpo a la flexibilidad y nuestro corazón al misterio de lo sagrado que nos aguarda en nuestro viaje por la vida.

Caminar de forma sagrada es caminar con sutileza, suavemente, como acariciando apenas el suelo, como si estuviéramos suspendidos en el aire.

Es caminar con respeto y con cuidado; es andar con el corazón abierto y la sensibilidad a flor de piel, percibiendo que cada instante es único, que cada amanecer es una promesa de vida, que cada despertar es un renacimiento.

Es andar con el corazón lleno de gratitud, disponible para celebrar la vida a cada paso y brindarnos incondicional y amorosamente en cada encuentro.

Es hacer de la vida un arte y vivir a la luz de la vida.

Caminar de modo sagrado es una creación inspirada en la luz del alma, en su esplendor e infinitud; es danzar con la vida siguiendo sus múltiples ritmos, en sintonía con su “Groove”. Es darnos cuenta que, cuando equivocamos el camino, nuestros pasos se corrigen desde el amor y la comprensión, transformando cada error en un amoroso aprendizaje de vida.

Caminar de forma sagrada es recorrer el camino dejándonos fluir, dando cada paso con liviandad y sin crear más ego; es caminar con humildad sintiendo así, la libertad de “ser”. Es recomponer esa parte del universo que nos toca, esa porción del todo que es nuestra responsabilidad, ayudando a la siembra compartida, brindando nuestras semillas de luz -las mejores de nuestra selección- para contribuir a una maravillosa cosecha compartida.

Aprender a caminar de forma sagrada será nuestra mejor ofrenda a la vida, porque estaremos en sintonía con la vida planetaria, con sus múltiples manifestaciones, con esa red invisible que nos une y nos reúne en una misma trama, en la que cada nodo es importante para la existencia de toda la trama.

Necesitamos fortalecer nuestra sensibilidad profunda para ser receptores de las voces sutiles que van guiando nuestros pasos. Somos portadores de una fuerza infinita que nos anima y nos lleva a la acción. Aprender a comunicarnos con esa fuerza a través de sus diversos canales es –realmente- un aprendizaje de vida que desarrollamos a lo largo de todo nuestro recorrido por esta vida planetaria.

Tenemos que “recordar” cómo caminar de un modo sagrado para realizar nuestro destino, para ofrecernos a la vida desde lo más profundo y ser protagonistas de las transformaciones necesarias que prolonguen la vida de nuestra especie humana en este planeta. Sólo tenemos que sentirlo, decidir e ir a la acción!!!


jueves, 21 de marzo de 2024

 

Cómo vincularnos con la PAZ en contextos de violencia

La paz es un estado interno de balance que involucra cuerpo, mente, emociones, afectividad, espíritu y también nuestra conectividad, es decir, nuestros vínculos con el medio natural y con los demás seres en el contexto social.

La PAZ es un fenómeno interno y externo, referido a la ecología interna, social y planetaria. Cuando hablamos de paz estamos hablando de armonía, de balance y del ritmo fluido de la vida que vivimos.

Somos seres humanos, planetarios y espirituales, integrados en unidad en nosotros mismos en todos los aspectos: físico, emocional, mental y espiritual.

Ser seres de paz implica tener conciencia transpersonal, amplia capacidad de autoconocimiento y la responsabilidad personal de autosustentar la propia evolución, transformación y trascendencia que contribuya a sostener el balance vital en lo personal, en lo social y con el medio natural.

Aún en contextos de violencia podemos transformarnos en seres de paz porque la paz inicia en nuestro universo interno; en nuestro cuerpo, nuestro corazón y nuestros pensamientos y para explorar cómo transformarnos en “seres de paz”, necesitamos considerar la paz en nuestro cuerpo, nuestro corazón y nuestra mente, para que luego se proyecte más allá de nuestra individualidad.

Cuando la violencia externa nos moviliza, nos altera y nos lleva a perder nuestro balance estamos frente a un “síntoma”, a un llamado de atención para que volvamos a focalizarnos en ese aspecto de la paz que nos vincula con nuestra ecología interna.

Recordemos que nuestra vida transcurre en un mundo de relaciones, de vínculos múltiples y diversos que tejen una trama que nos involucra profundamente, en la que todo está vinculado con todo.

Recordemos también que la transformación personal es la que posibilita la transformación social; que si queremos que la paz abrace nuestro ámbito de vida, primero es necesario que nos transformemos personalmente en seres de paz para que la paz en lo externo sea el fiel reflejo de la paz en nuestro mundo interno. Una fuente de inspiración  para transformarnos en seres de paz, en lo personal y en lo social puede ser el legado de los esenios a la humanidad; más allá del origen de esta hermandad, más allá del ámbito geográfico en el cual vivieron, lo importante es que existieron hace miles de años (mucho antes de la era cristiana) y dejaron un legado de enseñanzas que aparecen también en el “Zend Avesta” de Zoroastro, en el Brahmanismo, en los sistemas  vinculados al yoga, en las enseñanzas del budismo tibetano, en la escuela de Alejandría (Egipto) y también, en la cultura occidental (en la Francmasonería, Gnosticismo, la Kabala, el Cristianismo).

Los esenios vivían en comunidad, a orillas de lagos y ríos, lejos de las ciudades. Compartían todas sus pertenencias por igual, eran absolutamente vegetarianos; eran agricultores y arboricultores y tenía un gran conocimiento de los suelos, del clima y los cultivos. Carecían de esclavos y criados. Dedicaban mucho tiempo al estudio de las escrituras antiguas, a la enseñanza, la sanación y la astronomía. Realmente, su vida era simple, ordenada, organizada y tenían rutinas saludables, vinculadas a la espiritualidad. Respetaban el sábado (shabat) y ese día lo dedicaban al estudio, a la conversación, a la música y a la atención de visitas. Todas sus actividades eran la expresión del amor altruista y creativo. Los esenios sabían vincularse con todos los elementos de la naturaleza y dominaban un conocimiento profundo de sus energías y la interrelación con todo en este planeta. Ese conocimiento les permitía comprender el funcionamiento corporal y su adecuada alimentación; consideraban al ser humano como una parte de esa gran trama viva e inclusiva. Sabían encontrar el balance vital y recuperarlo cuando lo perdían y tenían el don de la sanación. La meditación, la comunión con las fuerzas de la vida y del universo, el perfeccionamiento del cuerpo y de la mente, la alimentación consciente, el sentido profundo de familia, de humanidad, de espiritualidad y el respeto profundo por la sabiduría legada por los grandes maestros de todas las épocas de la humanidad, seguramente pueden ser una fuente de inspiración para nuestra propia transformación en seres de paz.

* Paz en el cuerpo

Nuestro cuerpo es un sistema físico por donde circula la energía vital y psíquica. Esta energía recibe diferentes nombres según las diferentes culturas: en el mundo griego se llama “pneuma”; en el judaísmo “ruach”; en la cultura china “Ki o Chi”; en el yoga, “prana”; en Polinesia, “mana”; en el Egipto antiguo, “ka”; en la cultura Dakota, “wakanda”(sólo para traer algunos ejemplos). Esta energía sutil es el llamado “aliento de vida”. La circulación de esta energía por el sistema físico a veces se bloquea por diferentes motivos y –en esos casos- es necesario recurrir a métodos o recursos que ayuden a su reconocimiento, desbloqueo y a la relajación para que vuelva a fluir libremente por los canales adecuados de circulación de esa energía.

Podemos nombrar algunas prácticas que incluyen recursos de relajación:

* yoga * tai chi * aikido * judo *eutonía -entre otras-

También la alimentación contribuye a la sustentabilidad de la libre circulación de esta energía vital; una dieta consciente, saludable y balanceada complementa el movimiento saludable y consciente del cuerpo.

* Paz en el corazón

Cuando hablamos del corazón incluimos las emociones y la afectividad. Generalmente, este aspecto ha sido relegado en el ámbito de la educación y desplazado por la desbordada atención que se le ha dado (y aún se le da en cierto modo) a la intelectualidad, a la cual se le dio supremacía. Hoy se ha comenzado a hablar de la inteligencia emocional y afectiva, generando nuevas responsabilidades, como la responsabilidad afectiva y emocional.

* Paz mental

La mente se vincula con la inteligencia, la percepción y la memoria. Pero la mente también es energía sutil, energía espiritual.

¿Cómo podemos aquietar nuestra mente?

Uno de los recursos más conocidos es la meditación.

La meditación disuelve las fronteras que existen entre el Yo y el mundo exterior; es el retorno hacia uno mismo, al cuerpo de uno; es un recorrido por nuestro mundo interno, por el silencio que trae respuestas, que abre puertas a nuevos caminos y alternativas; que calibra nuestra mirada del mundo y de la vida desde una perspectiva inclusiva y expandida.

La persona que medita trasciende el concepto del espacio-tiempo, por eso decimos que disuelve las fronteras entre el yo y el mundo que nos rodea y en ese estado se experimenta la llamada “paz interior”, incluyendo el aquietamiento de los pensamientos y del caos mental.

Meditar produce mejoras en muchos aspectos:

*estado mental *atención *memoria *balance emocional *sincronización de las ondas cerebrales de ambos hemisferios *productividad laboral *estimula y despierta la conciencia *representa un antídoto a la alienación *facilita la resolución de conflictos sin violencia, con sabiduría y amabilidad *nos vuelve seres más abiertos, más conscientes, menos autómatas y menos alienados.

Estas mejoras que se observan como efectos de la meditación también se hacen extensivos a otras prácticas como las danzas meditativas, el Tai chi, el Chi Kung, las danzas rituales de las culturas originarias y milenarias; las danzas circulares del mundo o danzas sagradas circulares; éstas y otras son prácticas que colaboran con la paz mental, la paz del corazón y la paz corporal.

* Paz social

La paz social es una consecuencia de la paz en uno mismo. La paz social incluye la paz con la naturaleza y con el planeta y se relaciona con los vínculos y la convivencia.

En la convivencia se dan algunas circunstancias que quiebran la armonía de todo el contexto. Existen acuerdos sociales que se transforman en presiones sociales que obligan a los individuos a adoptar reglas anormales y destructivas. Son consensos patogénicos muchas veces llamados “guerras justas”, que logran respaldos legales. Por eso, en las guerras se justifican las muertes y se las considera normales; se normaliza la guerra e incluso se justifica cualquier acto violento “en defensa del honor herido”; de este modo, las guerras se transforman en duelos de “honor herido colectivo” que involucran a sociedades enteras, volviéndolas prisioneras de esa "patología de la normalidad". 

En esos contextos de convivencia, la falta de armonía causa la formación de una sociedad violenta, patológica y patogénica en sus vínculos con los individuos que la constituyen, volviéndolos prisioneros de esa patología “consensuada” e incluso, amparada muchas veces por la legislación.

La mayoría de nuestras costumbres son el resultado de aquellas normas que hemos copiado de nuestros padres, de otros ancestros y de los educadores que han pasado por nuestras vidas. Ellas tienen por finalidad preservar nuestro equilibrio físico, psíquico y emocional; en muchas oportunidades esas normas pueden ser destructivas pero igualmente las adoptamos y sostenemos porque fueron consensuadas y forman parte de esa “normalidad acordada” como pauta de convivencia. Esas normas se vuelven patógenas y generan hábitos insalubres que están lejos de contribuir con una cultura de paz; pero si hacemos consciente esa condición, podremos abandonarlas, trascenderlas y transformarlas, encontrando las normas de convivencia adecuadas, coherentes con la esencia de una cultura de paz.

viernes, 17 de noviembre de 2023

Siguiendo con algunas reflexiones de esas que ocurren en el espacio de silencio personal…

La lingüística nos ayuda a ver con más claridad. EL lenguaje hablado guarda en sí mismo mucha información que a veces se oculta de nuestro ser consciente hasta que lo descubrimos.
Cuando hablamos de inclusión estamos hablando justamente de eso: INCLUSIÓN. Pero si al hablar de ello agregamos que quienes piensan diferente, o quienes tienen origen cultural o costumbres o ideologías diferentes a las nuestras, deberían ajustarse a nuestro modelo personal… ya dejamos de ser inclusivos y estamos excluyendo.
La coherencia es una cualidad esencial para una convivencia en balance que nos vuelva mejores seres humanos, que afiance nuestra calidad de seres humanos solidarios, inclusivos, generosos, humildes, altruistas, amables, amorosos… y nos permita evolucionar como especie humana.
Cuanto más afianzamos las ideas de separatividad, cuanto más alimentamos la lucha de opuestos, la competencia despiadada y agresiva; cuanto más descalificamos a quienes consideramos diferentes al modelo concebido en nuestra mente, también alimentamos las guerras!!!
Es hora de hacer el esfuerzo y darnos la oportunidad de ser mejores seres humanos, con más espiritualidad, con más amorosidad hacia nuestros congéneres y hacia toda la vida planetaria; es hora de decidir un camino que, aunque nos saque de esa zona de confort en la que nos refugiamos, nos permita encontrar nuevos horizontes para fortalecer una convivencia en balance. Y esto sólo se consigue dándonos la oportunidad de mirarnos por dentro, de descubrir nuestras sombras (como decía Jung), de revisarnos  y de decidir voluntariamente convertirnos en seres conscientes más humanos y espirituales.
Muchas veces, las excusas surgen sólo para mantenernos en nuestra zona de confort; pero eso no ayuda al cambio; si queremos ver cambios en el mundo que nos rodea, primero necesitamos hacer el cambio en nosotros mismos.
Sólo démonos la oportunidad de generar ese espacio de silencio personal y experimentar en él nuestro diálogo a solas… Tal vez descubramos que un mundo mejor es posible si probamos cambiar el ángulo de visión y ver lo que hasta hoy no podíamos por habernos quedado contemplando todo desde un ángulo fijo. (E.M.S.B. Nov. 2023)

jueves, 16 de noviembre de 2023

Antes de tomar decisiones importantes...

 Existen momentos que marcan la imperiosa necesidad de una transformación profunda; la necesidad de modificar rumbos y caminos; la necesidad de ampliar nuestra visión y expandir nuestra conciencia. En esos momentos necesitamos atrevernos al cambio; a fluir con la incertidumbre y comprender que los errores son oportunidades para transformar y transformarnos y que la no-acción implica quedarnos aferrados a ellos, por temor a lo desconocido o por comodidad. Entonces, tendemos a permanecer en la zona de confort y justificar nuestras acciones con un consumo indiscriminado de datos de todo tipo y de fuentes múltiples, para evitar tomar decisiones y atrevernos a optar por caminos nuevos que pueden llevarnos a descubrir lo que hay más allá de nuestra mirada habitual.

El consumo excesivo y sin filtro de opiniones e informaciones de todo tipo de vertientes-lejos de aclarar- produce contaminación informativa y un caos de ideas que nos impulsa a decidir de un modo reactivo y casi a ciegas.

Antes de tomar decisiones importantes necesitamos hacer una pausa y generar un espacio de silencio personal, para poder conectarnos con la voz del alma y escucharla sin interferencias externas. En ese espacio personal y silencioso el caos y las dudas desaparecen, la sabiduría profunda se manifiesta sin trabas y la verdad se muestra con claridad ante nuestra conciencia. Es ahí donde podemos conectarnos con nuestro “ser intuitivo consciente” para tener libre acceso a la inspiración que guíe nuestras acciones con certeza, sabiduría y en paz. 

lunes, 30 de octubre de 2023

Ser Conscientemente Responsables

La responsabilidad es una cualidad completamente voluntaria, basada en el libre albedrío; es la habilidad de responder, de poner atención y cuidado en los pensamientos, las acciones y las decisiones. Somos responsables cuando respondemos por nuestros actos, nuestras palabras y por las decisiones que tomamos.

En la convivencia cotidiana la responsabilidad es un valor ineludible, un elemento básico para sustentar la armonía y el balance saludable en todos los ámbitos de convivencia (familia, amigos, sociedad, espacios profesionales e institucionales).

La responsabilidad revela nuestro nivel ético; ser conscientemente responsable es un acto voluntario que implica respeto y transparencia de nuestros actos a la vez que revela nuestro cuidado, respeto y amorosidad hacia los demás seres.

Se vincula también con nuestra disponibilidad para asistir a otras personas. Esto nos lleva a la responsabilidad social. La “responsabilidad social” posiblemente es uno de los valores reconocidos en los grupos comunitarios desde los orígenes de la humanidad, resguardado, tal vez, por las normas de convivencia y luego por las leyes escritas.

Somos socialmente responsables de un modo personal; esto surge cuando reconocemos nuestro poder para influir sobre los demás con nuestros pensamientos, acciones y decisiones y el compromiso de no manipular las acciones y decisiones de los demás con un beneficio exclusivamente propio. Lo importante es sostener nuestra conducta ética en cualquiera de los ámbitos de convivencia, trascendiendo lo normativo y lo legal.

Nuestra responsabilidad social individual es nuestra conducta ética como miembros de la sociedad en la cual vivimos, para con nosotros mismos y con todo nuestro entorno. Va mucho más allá de las obligaciones legales; está vinculada con nuestras actitudes en el hogar, con nosotros mismos, con nuestras familias, amigos, ambiente, espacios laborales.

 

* Responsabilidad Afectiva

La responsabilidad afectiva se vincula con nuestro modo de actuar en las relaciones interpersonales. Es una conducta, un comportamiento que manifestamos dentro de nuestros grupos de convivencia (familia, amigos, ámbito profesional) que afecta nuestro modo de vincularnos.

Nuestra responsabilidad afectiva tiene tres pilares básicos que necesitamos tener en cuenta:

* Ser conscientes de nuestras conductas y de sus consecuencias en los demás

* Comunicar claramente nuestros sentimientos y pensamientos, expresar lo que queremos y necesitamos con absoluta claridad para evitar malas interpretaciones que malogren nuestros vínculos (recordemos las pautas del “meta modelo del lenguaje” para ayudarnos a transmitir con claridad nuestros mensajes)

* Poder poner límites con amorosidad y cuidado, para lo cual necesitamos vernos y sentirnos a nosotros mismos con absoluta claridad; es decir, tener bien claro lo que sentimos, lo que queremos y actuar coherentemente en relación con nuestros sentimientos y anhelos.

Para todo esto, necesitamos transformar las pequeñas “irresponsabilidades afectiva” que son comunes en lo cotidiano. Un ejemplo común es suponer que quien nos ama sabe lo que necesitamos o queremos; es basarnos en supuestos en lugar de aclarar y actuar en base a esa percepción.

La “irresponsabilidad afectiva” se manifiesta generalmente por inhabilidad o desconocimiento; pero también puede estar vinculada la intencionalidad, lo cual aumenta su gravedad en relación con los vínculos saludables.

Para actuar con “responsabilidad afectiva” necesitamos calibrar nuestra comunicación todo el tiempo; dejar de actuar guiados por supuestos y preguntar lo que necesitemos tener claro acerca de lo que la otra persona quiere, necesita o espera de nosotros; del mismo modo, buscar la claridad cuando expresemos lo que queremos, necesitamos y lo que esperamos de la persona con quien estamos interactuando.

Es importante cuidar la salud de nuestros vínculos; cultivar vínculos saludables es tener claro con quienes sostenerlos, de quién alejarnos, aprender a poner límites amorosamente; es aprender a expresar nuestros sentimientos y deseos con absoluta claridad y libremente, con cuidado y responsabilidad. Las palabras que elegimos usar en nuestra comunicación tienen que ser fiel reflejo de lo que sentimos, pensamos y actuamos y a la vez, respetuosas y cuidadosas.


martes, 20 de septiembre de 2022

 “Semillas-corazón”

Traigo entre mis manos un puñado de semillas para continuar nuestra siembra… Semillas con historia, semillas con memoria, semillas ancestrales, semillas de amor, semillas-sentimientos, semillas-corazón. 
El terreno está listo para recibir cada una de las semillas-corazón, con la esperanza de honrar nuestros orígenes, nuestra herencia planetaria, nuestro sustento cotidiano y la gran diversidad. Son semillas-corazón que anidarán en cada surco para germinar y expandirse hasta que lo sutil florezca; hasta que se haga visible y sensible para el corazón de cada ser humano y se transforme en promesa amorosa y vital para la casa planetaria que todos habitamos. 
Es momento de sembrar, de canalizar nuestras fuerzas ocultas más poderosas para poder celebrar juntos una buena cosecha. 
Es momento de disminuir el vértigo y las urgencias para obtener resultados “ya”... Porque necesitamos aprender las pausas para reflexionar, pensar; para poder mirarnos hacia adentro, sentirnos, percibirnos y percibir nuestro entorno con mayor sensibilidad. 
Son tiempos que nos piden mayor profundidad y conexión para traer a nuestras vidas claridad de propósitos, sensibilidad y acciones coherentes que afiancen nuestro “ser consciente”. Precisamos experimentar en nuestras vidas mayor coherencia entre el sentir, el pensar y el hacer, para que la coherencia se manifieste amorosamente en nuestros vínculos, en nuestra convivencia, en nuestras trareas cotidianas y en nuestro modo de vivir y de ser.
Pero antes de comenzar la siembra nos propongo despertar todos nuestros canales sensibles para que nuestra conexión sea profunda, para que las palabras se silencien, den espacio a los sentidos y serenidad a nuestra mente y nuestro cuerpo para sintonizarnos con nuestro mundo interno y poder tenderle desde ese lugar "sagrado", una mano amiga al mundo exterior. Porque los sentidos nos hablan en ese idioma sensoperceptivo que nos conecta con lo sutil y lo profundo; que nos vuelve sensibles, capacer de percibir y ponernos en el lugar del "otro yo"; que nos permite ser tejedores de una trama única y sutil que nos reúne amorosamente. Precisamos abrir mente y corazón para renovar nuestra mirada; para dejarnos deslizar amablemente por el mundo de los sentidos, transformándonos en exploradores inesperados de realidades sensibles y de la vida misma. 
Hay semillas de todos los tamaños y colores: semillas como pequeños puntos, semillas como grandes corazones, semillas con cubiertas, semillas semidesnudas….pero todas honran la vida y sus códigos genéticos; son semillas generosas que esperan expandirse, germinar, florecer y dar sus frutos… Así como ellas son nuestras "semillas-acciones" cotidianas: acciones pequeñas, acciones silenciosas, algunas casi invisibles y otras, muy sonoras, enormes, visibles y abrazadoras. Todas ellas se expanden, florecen y dan frutos. Somos sembradores de semillas-acciones, somos sus guardianes, quienes eligen las mejores semillas para la siembra cotidiana; somos responsables de esta minuciosa selección, de cuidar su riego y de acompañar su proceso hasta que den sus mejores frutos. 
Nuestras "semillas–acciones" silenciosas y pequeñas tienen el poder de dar grandes cosechas. Entonces… Pongamos atención en el poder de lo pequeño, de lo silencioso, de lo que a veces pasa inadvertido… porque sólo es invisible para ojos y sentidos distraídos de quienes miran superficialmente las realidades en las que transcurren sus vidas.