La
Coherencia y la Cultura de Paz
La
coherencia es un ingrediente esencial para una Cultura de Paz. La coherencia sustenta
el balance entre nuestros pensamientos, sentimientos y acciones, y –al hacerlo-
también sostiene nuestra vitalidad en todos los sentidos de la vida.
La
coherencia es vital para una convivencia en paz y necesitamos ser conscientes
de su importancia en nuestra vida personal, social y en nuestra vida
planetaria.
La
coherencia simbólicamente es una semilla que elegimos sembrar y cuidar; la
coherencia se cultiva conscientemente. “Ser coherentes” es una decisión
personal y es también, una elección de vida. Para sustentarla en cualquier
tiempo y lugar necesitamos recurrir a todos los medios posibles a nuestro
alcance; sostenerla en nuestro día a día requiere de nuestra observación consciente
y silenciosa de nosotros mismos, de
nuestras acciones, pensamientos, sentimientos y actitudes.
Crear
el hábito de preguntarnos, observarnos, indagarnos, descubrirnos, se convierte
en un camino esencial para lograr nuestra transformación personal en seres de
paz y – a través de ella- la transformación grupal de una sociedad orientada
hacia un modo de convivencia en el que la paz y la armonía prevalezcan por
encima de todos los desencuentros y todo tipo de guerras.
Estas
prácticas son voluntarias y conscientes y ayudan a sostener nuestra coherencia
personal cotidiana y –al hacerlo- contribuimos al balance de una sociedad en la
cual la coherencia también prevalezca en todos los ámbitos en los que cualquiera
de nosotros despliegue sus diferentes roles, con responsabilidad personal- social.
La
coherencia nos facilita –como individuos y como sociedad- llegar a nuestro
destino y lograr realizar nuestros anhelos del alma en lo personal y en lo
grupal.
Todo
comienza en nuestra intimidad; en nuestro mundo interno, ése que nos pone en
acción guiados por la sabiduría del alma.
Cualquier
cambio que queremos ver hecho realidad se inicia en nosotros mismos y ese
cambio personal es el punto de partida para cualquier cambio grupal y social.
Somos
seres sintientes y pensantes, con el don de poder decidir por nuestros propios
medios. Nosotros somos los responsables de construir un modelo social en el que
la coherencia, la paz y la armonía prevalezcan por encima de la violencia, los
desencuentros y los odios; de nosotros depende plasmar ese modelo en la
realidad. Pero recordemos siempre que el movimiento nace en nuestro interior,
porque desde allí se impulsan las acciones coherentes con nuestros sentires, modos
de pensar y de ver la vida y la suma de las acciones individuales responsables
y conscientes, dará forma a las acciones grupales en sintonía con nuestra
coherencia personal.
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