Por eso, cuando hablamos de Cultura de Paz [1] es imprescindible el uso de un léxico que refleje verdaderamente su espíritu, que sostenga la coherencia entre el sentir, pensar y hacer. Es importante que nuestras palabras acompasen nuestro espíritu de paz, porque ellas ayudan a crear nuestra realidad.
Si hablamos de paz, y usamos expresiones como "luchar por la paz", estamos fortaleciendo la esencia de la palabra "lucha" en lugar de enraizar la de la "paz".
Pero... mejor, te invito a experimentar en cuerpo, mente y corazón; es el modo más profundo de comprender el poder creativo de las palabras, para luego, elegir libremente de qué modo queremos comunicarnos.
Considerando que comunicación es comunión, con ella establemos un vinculo mutuo de esencia a esencia, de corazón a corazón, y nuestra mente a través del lenguaje, acompaña.
Sentimos, pensamos y decimos... Cuando las palabras nacen en el corazón y se procesan en nuestro intelecto, nuestros vínculos se vuelven armoniosos.
Hagamos la experiencia!!! Elijamos una semana cualquiera para probar, indagar, vivenciar en cuerpo y alma lo que ocurre cuando decidimos cuidar nuestras palabras, tanto al pensar como al hablar o escribir.
La intención es importante pues alimenta el espíritu de las palabras, así como el lenguaje no-verbal, el de los gestos, las miradas, las manos... el cuerpo todo.
Te invito también, a preguntarnos silenciosamente y hacia adentro, para poder darnos cuenta, para tomar conciencia de nuestra coherencia acerca del modo de hablar, pensar... expresar.
* ¿En qué medida somos responsables de los que decimos, pensamos y hacemos? ¿Con qué frecuencia ponemos la responsabilidad de lo que nos ocurre, afuera, en otras personas?
* Cuando alguien no sigue nuestras espectativas por alguna razón que desconocemos directamente, ¿qué actitud asumimos? ¿Cuál es el primer pensamiento que aparece en nuestra mente? ¿Cuál es la primera pregunta o el primer comentario que le hacemos a esa persona? ¿se trata de un reproche? ¿de un llamado de atención? o ...¿le preguntamos amablemente si tuvo alguna dificultad o contratiempo?
* ¿Justificamos a menudo nuestras actitudes y acciones invocando nuestro estado emocional o emotivo?
*¿Somos capaces de procurar ser más flexibles para poder ponernos en el lugar de la otra persona y comprender sin reaccionar, corregir o señalar con el "dedito acusador"?
*¿Existe una coherencia corporal (gestos, miradas, sonrisas...) cuando hablamos con un léxico de cultrura de paz?
* ¿Qué sentimientos aparecen cuando interactuamos con personas que usan un léxico vinculado a la cultura de la violencia? ¿y qué sensaciones corporales? ¿cómo percibimos nuestra energía general cuando quedamos a solas?
*¿Podemos darnos cuenta de la diferencia de nuestros estados internos cuando pensamos y hablamos usando un léxico vinculado a la cultura de la violencia o uno vinculado a la cultura de paz? [2]
Si nos acostumbramos a ser observadores conscientes de nosotr@s mism@s, de nuestro modo de pensar, de hablar, de la corporalidad de nuestro lenguaje, de la intención que subyace en cada palabra que decimos o pensamos, nuestra transformación acompañará al espíritu de una cultura de paz y se expandirá hacia nuestro entorno cercano... y más allá también. Así, seremos el cambio que queremos ver reflejado en nuestra "gran familia", la humanidad.
¡Qué esta actitud frente a la vida acompañe nuestro camino cotidiano en este 2011 que acaba de nacer!
[1] Cultura de Paz: sistema de vida (valores, actitudes y conductas) en el cual prevalecen la coherencia entre el sentir-pensar y actuar; la armonía, el respeto mutuo, la unidad en la diversidad y la conciencia de una identidad del ser humano en la que se integran los aspectos bio-psico-espiritual, planetario y cósmico
[2] Esta serie de preguntas forman parte de una reflexión final hecha con un grupo docente en una escuela en la cual trabajamos la propuesta del "Léxico Cultura de Paz"
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