La voz que me acompaña... La voz del alma
En estos tiempos de gran intensidad planetaria y alta sensibilidad para los seres humanos, podemos percibir las vibraciones de grandes cambios inminentes, necesarios y urgentes.
Vamos y venimos en la búsqueda del equilibrio entre el mundo material y el mundo del espíritu, percibiendo una fuerza que tal vez escapa de nuestra comprensión pero que nos impulsa a la búsqueda de un balance entre ambos mundos con el anhelo de encontrarlo, de experimentar la conciencia plena y de alcanzar la “libertad de ser en plenitud”.
Necesitamos mirar un poco más profundo nuestro micro-cosmos de
residencia habitual para poder asistirnos, descubrirnos, conocer más
certeramente nuestros propios miedos, nuestras partes oscuras, nuestras
sombras… y decidir ir más allá, poniendo luz a lo que aún permanezca en la
oscuridad.
Desde que nacemos queremos conocernos, descubrir nuestra identidad, comprender el sentido de la vida y nuestro rol en ella.
Descubrirnos, saber quiénes somos, reconocer nuestro modo de
hacer las cosas y conocer el sentido de nuestras acciones nos permite a ser
conscientes, “darnos cuenta” y comprendernos y comprender el mundo que nos
rodea.
Esto de mirarnos más profundo es una tarea silenciosa, personal
y cotidiana; una tarea de tiempo completo de la que somos únicos responsables
porque nadie pueda hacerla por nosotros, así como tampoco podemos hacer la
tarea que es responsabilidad de otros.
Todo nuestro accionar va dejando huellas; cada huella puede
convertirse en inspiración para otras personas poniendo ritmo a los cambios y,
cuando ese movimiento comienza, podremos decir que realmente estamos haciendo
nuestra parte.
En la vida hay una interacción constante entre el adentro y el
afuera, un vínculo ineludible que nos muestra que todo cambio que producimos en
nosotros mismos trae cambios en nuestro medio y que todo cambio que acontezca
en nuestro entorno necesita que lo acompasemos y nos pongamos en sintonía con
él.
En estos tiempos nos vemos "asedidaos" por múltiples estímulos; por comunicaciones que nos muestran hechos cotidianos en los que la vida parecierar carecer de valor; estamos sacudidos por hechos críticos que nos conmocionan individual y socialmente, acontecimientos en los que la reacción desplaza a la reflexión, anestesiando nuestra conciencia y llevándonos a la pérdida de coherencia y a la crisis de valores.
Pero también, simultáneamente, nos está ofreciendo la oportunidad de aprender, de poder observar silenciosamente, de hacernos cargo de nuestras acciones, de asumir responsabilidades, de ampliar nuestros niveles conciencia y expandirla, de recrearnos cada día para pode recalibrar el rumbo y reconocer la realidad en sus múltiples manifestaciones, ampliando así nuestra visión.
Hoy, aquí y ahora, en este tiempo en el que los cambios son urgentes e imprescindibles, nos propongo tomar la decisión de profundizar nuestro contacto con la naturaleza, con su sabiduría, con nuestra propia esencia.
Nos propongo ser peregrinos silenciosos recorriendo nuestros caminos internos y transformarnos en caminantes de la vida yendo al encuentro de nuestro destino.
Nos propongo ser viajeros incansables por los senderos del alma, dejando huellas para que otros las vean, con el anhelo que nos acompañen con el corazón en la mano, con la mirada disponible para el asombro y el descubrimiento y con el alma lista para el encuentro a corazón abierto.
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